Qué te parece si en vez de decir "tu amigo no quiere venir porque no le prestás los juguetes" probás con "¿por qué te parece que tu amigo no aceptó la invitación?".
Y si en vez de "no encontrás la lapicera porque la dejas en cualquier lado" le decís: "¿por qué será que no encontrás la lapicera?" (¡sin sorna, eh!)
Y a cambio de: "Mirá el lío que se armó con los chicos por no prestarles la pelota", probás con: "¿qué aprendiste del lío que se armó hoy?".
Fijate, es un pequeño giro del lenguaje, pero implica de tu parte un gran corrimiento: dejar lugar para que sea el chico quien evalúe la situación, sea él quien se de sus propias respuestas con respecto a sus actos.
Privilegiar esta actitud en vez de ser siempre nosotros quienes decimos, explicamos, sabemos, aleccionamos, alienta la auto evaluación y da pie para reconocer los propios errores y poder enmendarlos.
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