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Preadolescentes ¿cómo criarlos sin morir en el intento?

PARTE 2








¿QUÉ COSAS NO SE NEGOCIAN CON LOS PREADOLESCENTES?

SALUD Y SEGURIDAD son innegociables. No entran en el menú.

Pero ojo que a veces y sobre todo con la seguridad las mamás tendemos a ver a nuestros pichones mucho más chicos de lo que realmente son.


Crecen más rápido de lo que nosotros tardamos en asimilar el crecimiento y si no ... fijate en tu suegra que le sigue diciendo al "nene" que se ponga sweater porque se va a enfriar!!!!!!!!

Entonces, quizás, en vez de rechazar de plano la idea de ir sola con las chicas al shopping (imaginemos que tengan 10 u 11 y se mueran por hacerlo) podés negociar con que elijan UN PISO para quedarse en un lapso de tiempo que VOS estipulés ( mientras vos las esperás en un bar del mismo shopping) y que se REPORTEN cada cierto tiempo (que VOS establecés) via celular o físicamente.


Un poco de libertad acompañada enseña a hacer uso de ella.


Obviamente, si las condiciones no se cumplen, el programa no se repetirá.


Sin penitencias ni amenazas. No la dejás sin celu o sin salidas o sin la compra de esa remerita que tanto le gustaba. Tampoco la mandás al cuarto a pensar sobre “como fallaste en lo que te pedí”.


NO SIRVE porque se quedan pensando en lo mala que fuiste y que no la entendés.


Simplemente se quita aquello que se concedió hasta que se pueda cumplir con lo pactado. Punto. No vuelve a hacer el programa con las chicas. Esto se llama recurrir a las Consecuencias Naturales (las que se desprenden del hecho).


Este modo de encarar las inconductas, desde el punto de vista de la disciplina, pareciera tener los mejores resultados para enseñar la lección.


Fijate, para poder dar el permiso que diste:


  • Tuviste que REFRENAR tus ganas de decirle que era una mocosa todavía para el programa que se inventó,


  • TE PUSISTE EN SU LUGAR y ENTENDISTE de dónde venía el pedido: las ganas de hacer “cosas de grandes, como hacen las chicas grandes”, ergo alejándose de la niñez.



¿Qué ganó ella?


  • La posibilidad de iniciarse en conductas de autonomía y aprender cómo llevarlas a cabo.

  • La confianza de su mamá (el mensaje que le envías es “te considero capaz, te considero confiable”)

¿Qué ganaste vos?


  • Reforzaste el vínculo con tu hija. Otorgaste, cuidaste, pusiste límites y la comprendiste. Esto acerca.


ESCUCHASTE CON EL CORAZON (y no solo con los oídos) EL PEDIDO DE TU HIJA. No actuaste impulsivamente y dijiste que no de entrada.


  • Te controlaste, lo pensaste y te salió una respuesta que las satisfizo a ambas: ella se sintió grande por algún tiempo y vos te quedaste tranquila porque le diste la oportunidad de ensayar nuevas conductas haciendo uso de la libertad acompañada.


Otro tanto ocurriría con tu preadolescente varón de 11 años ( que como tiene un desarrollo temprano más parece de 13 que de 11) que te pide ir al cine solos caminando con los chicos después de la salida del cole…¡y el cine queda a 20 cuadras y hay avenidas y semáforos y peligros y peligros!

Y en vez de decirle “qué disparate, ni loca” (como se nos hubiera ocurrido a cualquiera frente a ese pedido), te controlaste, lo empezaste a charlar con él, lo fuiste llevando a darse cuenta de lo complicado del trayecto a pie, de las dificultades y que, además, dada la distancia no llegarían a la función. En cambio, negociaste otra opción que resultó satisfactoria para ambos.


¿Por qué fue posible esto?


Porque te controlaste, te pusiste en su lugar, entendiste y tuviste la paciencia de trabajar juntos una solución.


No siempre se puede, no siempre sale, somos humanos y no siempre estamos con el ánimo ni la disposición. Sin embargo, ensayarlo e intentarlo hacen la diferencia.


Siempre que puedas intentá recordar qué es lo que se está jugando en el pedido, qué hay detrás de él y recordá los dos desafíos (alejarse de la niñez y lograr autonomía). Ubicándote ahí te resultará más fácil entender y conceder permisos y salidas.


Sin embargo, a veces, y después de considerar el pedido resolverás decir que no. Hacelo con cariñosa firmeza y brindando tus propias razones. Siempre menciona los motivos. Algunas veces lo entenderán y muchas otras no. Aguantar las respuestas muchas veces es duro, sólo si estás bien segura de tus motivos podrás sostener tu actitud.


Es importante recordar que, sin embargo, todavía los padres (aunque a veces no lo reconozcan) siguen siendo ídolos. Todavía la desidealización (que aparecerá más tardíamente en la adolescencia) no llegó.


APROVECHA ESTA ETAPA PARA CREAR LAZOS SÓLIDOS Y FIRMES, PARA PROFUNDIZAR EL DIÁLOGO, PARA COMUNICARTE CON TU PREADOLESCENTE. Verás los frutos más adelante.


Me despido hasta la próxima. Dejame tus comentarios al final de la página.









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