Carta de un chico a sus padres (Publicada en el New York Times, marzo 1988). Tan vigente ayer como hoy.
No me malcríen, sé muy bien que no debo tener todo lo que pido, solamente les estoy poniendo a prueba.
No tengan miedo de ser firmes conmigo. Lo prefiero: me hacen sentir seguros.
No me dejen formar malos hábitos. Tengo que depender de ustedes en que los detecten en sus estadios iniciales.
No me hagan sentir más pequeño de lo que soy. Eso sólo me hace sentir "estúpidamente" grande.
No me corrijan delante de otra gente si pueden evitarlo.
No me hagan sentir que mis errores son condenas. Me altera mi sentido de los valores.
No me protejan de las consecuencias. Necesito aprender por la vía dolorosa a veces.
No se preocupen demasiado cuando digo "te odio". No es a ustedes a quienes odio sino a vuestro poder que me aplasta.
No se preocupen mucho de mis pequeñas enfermedades. A veces me otorgan la atención que necesito.
No griten. Si lo hacen tendré que protegerme haciéndome el sordo.
No se olviden que no puedo explicarme tan bien como desearía. Eso es porque no siempre soy preciso.
No me dejen de lado cuando hago preguntas. Si lo hacen dejaré de preguntar y buscaré información por otro lado.
No sean inconsistentes. Eso me confunde y me hace perder la fé en ustedes
No me digan que mis temores son tonterías. Ellos son reales para mi y ustedes pueden reasegurarme si tratan de entenderme.
Nunca sugieran que son perfectos, infalibles. Me dañan y me desengañan cuando aprendo que no lo son.
No piensen que está debajo de su dignidad el pedirme disculpas; una disculpa honesta hace más cálida mi relación con ustedes.
No se olviden que amo experimentar. Así aguántenme, dentro de ciertos límites.
No se olviden que estoy creciendo rápidamente. Debe ser difícil seguir el paso, pero por favor traten.
No olviden que no prospero sin mucho cariño y comprensión.
Por favor, manténganse sanos y fuertes. Los necesito y los quiero.
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