Está bueno enseñarles desde chiquitos a demorar la gratificación, que aprendan a aguantar -de acuerdo a la edad de cada uno- que no todo se tiene que tener ya, en el instante, que querer es tener.
Desde el "vamos a comer las galletitas después que te hayas lavado las manos y te sientes" hasta "tendrás tu celu cuando considere que ya podés ser responsable de él" pasando por un montón de situaciones intermedias, en el transcurso de la crianza tenemos un sinfín de oportunidades diarias de acrecentar esta habilidad.
¿Qué ventajas tiene trabajar sobre esto con los chicos?
Contribuye a desarrollar el control de los impulsos, a poder inhibir la respuesta de apropiarme de lo deseado o de lanzarme a la acción.
A distinguir entre desear y tener. No todo lo que deseo puedo o debo o voy a necesariamente tenerlo.
Promueve un impasse, un tiempo de espera, que sirve para pensar, reflexionar y decidir diferentes cursos de acción antes de actuar.
Permite pensar en el otro, en sus necesidades independientes de las mías.
Con pequeñas cosas cotidianas podemos hacer una enorme contribución al entrenamiento de esta habilidad para que sea el chico quien gobierne y decida sus acciones y no que sean éstas las que lo controlen a él.
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